Un beso es bastante más que un beso. Un beso es ante todo un intercambio crudo de información que puede revelar en pocos segundos si somos o no genéticamente compatibles con nuestros pretendientes, si merece la pena esa relación o si hay que pasar de hoja y proseguir la búsqueda.
«Hay muchas fuerzas que pueden conectar románticamente a dos personas», admite el psicólogo Gordon Gallup. «Pero un beso, y particularmente el primer beso, puede romper fácilmente el vínculo».
«Cuando dos personas se besan, se está produciendo un complejo intercambio de señales químicas», sostiene Gallup. «Ese contacto puede activar mecanismos inconscientes que actúan para evaluar nuestra compatibilidad genética o nuestra viabilidad reproductiva con la persona que estamos besando».Así se explica, en su opinión, el rechazo repentino que mucha gente experimenta tras la primera descarga a la altura de los labios. Las neuronas sensoriales entran en acción y los mensajes bombardean el cerebro en unos instantes que serán decisivos. La experiencia es similar en los hombres y en las mujeres, aunque ambos valoren de distinta manera el hecho de besarse.
«Los hombres y las mujeres se besan frecuentemente por distintas razones», afirma Gordon Gallup. «Aunque ambos lo consideren por igual un acto altamente romántico, lo cierto es que para ellas es más importante que para ellos en todas las fases de la relación».
De acuerdo con el estudio de la Universidad de Albany, la mayoría de las mujeres «insiste en la necesidad de besarse antes y después de un encuentro sexual», mientras los hombres son más proclives al sexo sin la mediación de un beso. Paradójicamente, para ellos el beso es casi siempre preámbulo de un contacto sexual (y también una manera de hacer las paces), mientras que para ellas es una estrategia para tantear el estado de la relación y de evaluar el nivel de compromiso de su pareja.
Besos con lengua
La diferencia de géneros también se aprecia en las técnicas... «Ellos son más dados a besar con la boca abierta y a iniciar el contacto con la lengua», advierte Gallup, que apunta una posible razón biológica: la presencia de testosterona en la saliva de los hombres, «que suministrada por un período suficientemente largo puede afectar a la libido femenina».
Otro reciente estudio, elaborado por la psicóloga Wendy L. Hill de la Universidad Lafayette, ha revelado que los besos liberan mucha mayor cantidad de oxitocina –la hormona que potencia el vínculo emocional– en los hombres que en las mujeres. Moraleja: ellas necesitan más que un beso para sentirse «conectadas».
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