La obesidad cuesta un dineral a los sistemas nacionales de salud, a la familia, a las empresas y, ni qué hablar, al mismo obeso, que tiene que luchar con un altísimo riesgo de contraer cáncer, enfermedades cardiacas y diabetes.
En el Reino Unido se calcula que, a mediados del presente siglo, la mayoría de la población será obesa, debido a la espantosa dieta que fascina a muchos británicos, que tiene tanta grasa como para requerir una gigantesca liposucción nacional de remedio.
A esta dieta insalubre, se agrega la correspondiente falta de ejercicio, porque a más hamburguesas, pescado frito y papas fritas, menos disposición a hacer algo con el cuerpo.
En medio de esta situación poco alentadora, el gobierno británico acaba de anunciar un plan por el que se le ofrecerá incentivos económicos a los obesos para que pierdan peso.
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